El Déficit Atencional
- Spring Steps
- 7 ago 2020
- 5 Min. de lectura

El déficit atencional es un tema del que todos hemos escuchado alguna vez, uno al que muchos le temen y nadie quiere que su hijo tenga, del que hay tabús. Sin embargo, es una condición con la que algunas personas nacen. El déficit atencional es un trastorno del aprendizaje que se da por un problema en la regulación de aquellas sustancias cerebrales que colaboran con la capacidad de atención, el control de los impulsos y de los movimientos corporales. Al final, afecta las funciones cognitivas como son las funciones ejecutivas, necesarias para el proceso de enseñanza-aprendizaje y las relaciones sociales. Entonces, podemos decir que al ser completamente algo relacionado al funcionamiento del cerebro, la persona no decide tenerlo. Cuando tenemos un hijo o un estudiante con dicha condición, lo primero que debemos considerar es que ante todo es un ser humano y como tal, compuesto por un sin fin de situaciones y vivencias. Su condición es sólo una milésima parte de lo que él es.
Hoy se conoce que el déficit atencional tiene un fuerte componente genético. Los estudios han llegado a decir que un 70 por ciento es genético. ¿Y el otro 30 por ciento? Aquí no podemos desglosar ese porcentaje, pero sí podemos decir que está formado por dos partes, la personal y la influencia del ambiente en todas sus áreas. Con lo personal nos referimos a aquello que es una característica propia. Aunque, en este momento ahondaremos en la influencia del ambiente.
Podemos observar la influencia del ambiente cuando vemos que la problemática se agudiza y el nivel de déficit aumenta, aún con manifestaciones leves, por no contar con el soporte emocional adecuado de parte de su familia, ni académico de parte del centro educativo. Por otro lado, si la familia, el centro educativo y el profesional especialista se unen para lograr un certero apoyo a la persona con déficit y a su ámbito familiar y social, puede evolucionar de manera efectiva y minimizar sus manifestaciones. Entonces, podemos decir que la influencia del ambiente puede incidir más que el componente genético y personal; y que la motivación es necesaria y juega un rol fundamental.
El déficit atencional puede ser de tres tipos, pasivo, hiperactivo-impulsivo o de tipo combinado, se manifiesta desde antes de los siete años de edad y la persona diagnosticada debe ser valorada al menos en dos ambientes, su casa y la escuela. Es en este momento en el cual un buen acompañamiento como el que Spring Steps brinda es importante.
Al describir los tipos podemos decir que se considera una persona con trastornos de déficit atencional pasivo, a aquel estudiante que aparenta estar poniendo mucha atención en clase pero en realidad está ido en sus propios pensamientos, o sea, presenta problemas de atención pero no de hiperactividad. Ellos, procesan la información de manera superficial, no logran extraer la idea principal de lo recibido y por lo general extraen la información de una forma muy rápida por lo que no queda grabado en la memoria a largo plazo. Al final, ofrecen respuestas cortas e incompletas.
Por otro lado, están aquellos que presentan un déficit atencional de tipo hiperactivo-impulsivo, el cual hace referencia al estudiante que, además de sus problemas de atención, tiene problemas para controlar sus impulsos y su cuerpo. En ellos vemos características como que se mueven constantemente en su sitio, o no pueden permanecer mucho rato en una sola posición o lugar, hablan más de la cuenta, al hacerlo se desvían del tema central, les cuesta planificar y controlar el tiempo, establecer prioridades, escuchar con atención, entre otras. A la hora de tratar de procesar la información, funcionan igual que los pasivos, pero por su impulsividad no pueden frenar lo que desean comunicar y repiten las cosas una y otra vez, no salen de su idea ya que cuentan con dificultad para generar respuestas alternativas.
La tercera tipología es la de tipo combinado. Este tipo de déficit es aquel que cuenta con momentos de pasividad y otros de hiperactividad-impulsividad. En ellos podemos destacar una actitud hacia la vida negativa, por lo que es común escuchar frases como “yo no puedo”, “yo no sirvo”, “a mí nada me sale bien”.
Al final, cualquiera que sea el tipo de déficit atencional con que cuente un estudiante, este tipo de trastornos es uno de los causantes del fracaso escolar, aumento en los niveles de ansiedad, depresión, malas relaciones familiares, agresividad y dificultades sociales. Todo ello porque, no solo provoca dificultades en el área académica, sino también en el familiar y social. Por estos motivos, el acompañamiento de un especialista se hace necesario.
Además hay que tener presente que muchas de las conductas que podemos observar y que consideramos características de un posible déficit atencional, en realidad pueden no serlo. Situaciones como niveles altos de ansiedad o estrés, angustia, malos hábitos de vida como son el sueño y la alimentación o prácticas rutinarias inadecuadas, sobre estimulación acústica o visual, inclusive hasta un sistema educativo que no se ajusta a las necesidades de sus estudiantes, pueden ser algunas de las causas para que se den las manifestaciones que estamos observando. De ahí la importancia de realizar una prueba elaborada por un profesional especialista con experiencia. Una evaluación ayuda a diagnosticar si realmente existe o no el trastorno de déficit atencional y pueda especificar su tipología. Al hacerlo, el especialista puede brindar las pautas necesarias para minimizar sus manifestaciones, ayudar a un adecuado desarrollo y autoestima.
En Spring Steps contamos con la experiencia necesaria para brindar el diagnóstico del déficit atencional adecuado. La prueba psicopedagógica que realizamos se divide en tres áreas de análisis específicas: el área neurocognitiva, de aprendizaje y la emocional. Con la primera prueba analizamos el desempeño del cerebelo, hemisferios y los lóbulos para analizar las siguientes áreas: razonamiento, memorias, percepción, coordinación y atención. Al hacerlo determinamos el traspaso de la información de una sección a la otra, así como el estado de cada zona. La segunda son las pruebas académicas. Con ellas estudiamos el desempeño de la persona en las áreas de lectura, escritura, cálculo y razonamiento matemático; con respecto a aquellos de su misma edad cronológica. En tercer lugar, el área emocional. Aquí analizamos su edad madurativa, rasgos de personalidad y las impresiones sobre su familia como su primera sociedad. El análisis en el área emocional es fundamental para descartar que existan problemas de esta índole que entorpezcan el proceso de enseñanza-aprendizaje. Finalmente, mediante las pruebas obtendremos un estudio completo y entenderemos las razones que le imposibilitan a vivir un proceso de aprendizaje satisfactorio. Al final, en nuestro informe, el padre de familia y el centro educativo obtendrán o si es un adulto, la persona misma recibirá, además de los resultados de la evaluación, pautas importantes para el fortalecimiento de las áreas por trabajar. Por eso, para determinar un déficit atencional se debe valorar al paciente desde el área neuropsicológica, fisiológica, emocional y académica; para poder dar recomendaciones desde la realidad del paciente y no desde la condición que se posee.
Si su hijo o un estudiante, presenta características de un posible déficit atencional, es importante empezar a actuar inmediatamente para darle una pronta solución con el objetivo de fortalecer su autoimagen y, sus habilidades y capacidades de aprendizaje. Es importante la aceptación de la realidad que nos tocó, porque es desde ahí desde donde podemos lograr un tratamiento y una evolución efectiva.
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